viernes, 3 de agosto de 2012

Las Falsas Promesas de la Democracia: 1 Sociedad Pluralista


La democracia nació de una concepción individualista de la sociedad, es decir, de una concepción por la cual, contrariamente a la concepción orgánica dominante en la Antigüedad y en la Edad Media según lo cual el todo es primero que las partes, la sociedad, toda forma de sociedad, especialmente la sociedad política, es un producto artificial de la voluntad de los individuos. Los tres sucesos que caracterizan la filosofía social de la época moderna y que confluyeron en la formación de la concepción individualista de la sociedad y del Estado y en la disolución de la concepción orgánica son: 

a) - El contractualismo del siglo XVII y XVIII, que parte de la hipótesis de que antes de la sociedad civil existe el Estado de naturaleza, en el que los soberanos son los individuos libres e iguales, los cuales se ponene de acuerdo para dar vida a un poder común que tiene la función de garantizar la vida y la libertad de estos individuos (además de su propiedad);

b) - El nacimiento de la economía política, o sea, de un análisis de la sociedad y de las relaciones sociales cuyo sujeto es una vez mas el individuo, el homo oeconomicus, y no el zón politikon de la tradición, que no es considerado por sí mismo, sino sólo como miembro de una comunidad, el individuo específico que, de acuerdo con Adam Smith, ¨persiguiendo el interés propio, frecuentemente promueve al interés social de manera más eficaz que lo que pretendía realmente promover¨ (el Estado de naturaleza de Hobbes y de locke es una prefiguración de la sociedad de mercado);

d) - La filosofía utilitaria, conforme a la cual el único criterio para fundamentar una ética objetiva y, por tanto, para distinguir el bien del mal, sin recurrir a conceptos vagos como ¨naturaleza¨ o cosas por el estilo, es el de partir de consideraciones de condiciones esencialmente individuales, como el placer y el dolor, y de resolver el problema tradicional del bien común en la suma de los bienes individuales, o en la felicidad del mayor número.

Partiendo de la hipótesis del individuo soberano que, al ponerse de acuerdo con otros individuos igualmente soberanos, crea la sociedad política, la doctrina democrática había ideado un Estado sin cuerpos intermedios, característicos de la sociedad de la ciudades medievales y del Estado estamental, una sociedad política en la que, entre el pueblo soberano, compuesto por muchos individuos (voto por cabeza) y sus representantes, no existiesen las sociedades criticadas por Rousseau y privadas de autoridad por la ley. Lo que ha sucedido en los Estados democráticos es exactamente lo opuesto: los grupos se han vuelto cada vez mas sujetos políticamente relevantes, las grandes organizaciones, las asociaciones, los sindicatos, los partidos y, cada vez menos, los individuos. No son los individuos sino los grupos los protagonistas de la vida política de una sociedad democrática, en la que ya no hay un solo soberano, ni el pueblo o la nación, compuesto por individuos que adquirieron el derecho de participar directa o indirectamente en el gobierno, el pueblo como unidad ideal, sino como pueblo dividido objetivamente en grupos contrapuestos, en competencia entre ellos, con su autonomía relativa con respecto al gobierno central (autonomía que los individuos específicos perdieron y que jamás han recuperado más que en un modelo ideal de gobierno democrático que siempre ha sido refutado por los hechos).

El modelo ideal de la sociedad democrática era el de una sociedad centrípeta. La realidad que tenemos ante nosotros es la de una sociedad centrífuga, que no tiene un solo centro de poder, sino muchos, y merece el nombre de SOCIEDAD POLICÉNTRCA o POLIÁRQUICA (policrática). El modelo del Estado democrático basado en la soberanía popular es un modelo de sociedad monista. La sociedad real que subyace en los gobierno democráticos es pluralista. 


Texto extraído de ¨El Futuro de la Democracia¨ N. Bobbio
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario